domingo, 6 de septiembre de 2009

Viaje a la nostalgia... Continuación y Final


(continuación y final)

No, me marchó, si quieres te ayudo con los platos, tu sabes al final siempre me gusta lavar.
Sole se quedo pensativa, retire los platos y me puse a lavar, mientras le comentaba que para tener tanta vida social, al menos debería tener un lava platos automático.
Se puso al lado a secar los vasos y copas, luego me tomo el hombro y me dijo en el oído que tenía una oferta de trabajo más próxima a mi piso, tan próxima que un escalofrió recorrió mi espalda. Y ahí mismo comenzó el juego de maldades de mi parte.
Ah! Dije, ahora, ahora que te lo piensas mejor, si aceptas la oferta y rompes con todo lo que has construido aquí, te podría venir muy bien mi compañía. Ahora que estoy lo suficientemente susceptible, puedes contar quizá con que te ayude en la mudanza. Ahora que lo pienso sabes my bien como hacer que me enfade y llegue hasta acá para felicitarte por tu cumpleaños, ahora que lo pienso bien y tus cuentos ya acabaron como siempre acaban, me vas a decir que esto me lo querías comentar sólo para ver mi cara de alegría y contar como siempre con mis buenas intenciones para ti. Ahora que lo pienso otra vez más creo que si verdaderamente me conocieras me hubieras dado una sorpresa uno de estos días llegando a mi puerta para comentarme que estabas trabajando y viviendo por ahí cerca. ¿No?
El silencio no duro más de dos segundos, Sole ya estaba sentada en su sofá y yo había acabado con el último plato, y después de todo no tenía cara para voltear a mirarla. Sólo quería escuchar que diría.
Han pasado dos meses de ese incidente con Sole, su cumpleaños, la noche de pasión y cuentos infantiles, mi nuca en sus caderas, los platos sucios, las cerillas de regalo, el vino viejo, las gaviotas de fondo y mi corazón apretado.
Hoy por la mañana mi móvil sonó temprano, tan temprano que no me permitió analizar que estaba de cumpleaños, conteste de prisa mientras brincaba de la cama, de fondo una grabación de cumpleaños feliz, en cuanto acabo la canción, sólo pude preguntar ¿Quién es?.
Ahora en medio de la celebración, tengo los ojos perdidos al fondo de la calle que queda bajo mi balcón, es una manera ingenua de ver desde lejos cuando Sole se acerque llena de furia, luego de pasar quizá a comer algo en el bar de la esquina.
Alejandro me pide que me acerque a la mesa, pero hago que no lo escucho, sé que es para cantar cumpleaños y poder apagar las velas. No puedo prolongar más está situación ya que la presión de mis invitados me exige cumplir tiernamente con los protocolos.
Cantamos juntos, cuando acabo me acerco a la torta y soplo las velas, vienen los aplausos y tocan a la puerta, camino dejando atrás el alegre murmullo de los asistentes, miro por el cerrojo, observo a Sole y no puedo evitar volver a repetir ¿Quién es?
-soy yo- dijo enérgica, abrí la puerta y riendo al abrazarla, sólo le dije - gracias por venir-




Issabel de Sol

2 comentarios:

Guidaí dijo...

Me encantó.
Sobre el final del relato, también esperaba que tocaran a la puerta de una buena vez. Hasta creo que pude escucharlo.

Cuando ibas en el tren en la primera parte de la historia dijiste que la distancia que separaba lo que era de lo que eres hoy, se acrecentaba. Tal vez ahora esa distancia desapareció.

Y si no es así, no por eso dejas de ser, siempre estás siendo, eligiendo, viviendo cada minuto, porque como tu dijiste... ahí está la magia...

Besos para usted

Veratz dijo...

Ya te he dicho lo mucho que me gusta como escribess... hoy te lo repito
gracias por producier varias sensaciones en mi con tus escritos