domingo, 16 de agosto de 2009

Viaje a la nostalgia... continuación


Cuando estaba a mitad de camino note que comenzaba a morir de hambre, por supuesto pensé, entre una cosa y otra sólo había desayunado y ya era muy entrada la tarde.

Dentro del boliche de paredes rojas y azules pedí un café con leche y un bocadillo de carne y queso, que en cuanto llego a mi mesa, devore a gran velocidad. En mi interior agradecía que el ataque de hambre hubiera llegado antes de estar frente a esa mujer, de lo contrario hubiera tenido que pedir algo de comer, cosa que rompía cualquier protocolo convencional.

Quedaban ya un par de metros para llegar a la puerta, luego de subir algunas escaleras por cierto. La casa se veía algo distinta, tenía un nuevo color rosado claro, las plantas de la entrada estaban más verdes que de costumbre y los marcos de las ventanas parecían barnizados hace pocas semanas. Ya casi en la puerta sentí las voces del interior, alcanzaba a distinguir que estaban terminando de cantar cumpleaños feliz, creo que guiada por mis deseos de no interrumpir, espere que terminarán de cantar y aplaudieran, cuando se hizo silencio nuevamente golpee, pero esta vez lo hice sin el estratégico golpe que habíamos acordado cuando comenzamos a ser pareja. Al esperar que viniera alguien a abrir la puerta y deseando que fuera ella, para evitar presentaciones absurdas, mis latidos comenzaron a aumentar en frecuencia e intensidad.

- ¿Quién es? - Pregunto la voz del otro lado de la puerta. Los segundos se prolongaron, la voz no me salía, mi rabia crecía, como era posible que otra vez preguntará lo mismo, maldita manía de no saber quién rayos esta tocando, no hay caso me dije… trague saliva e inhale para hacer salir algún sonido y lo único que generé fue un – abre y verás - aunque en el fondo en mi estado podría perfectamente haber perforado de un golpe la puerta.

Los pasos se alejaron, nadie abrió la puerta en los segundos siguientes, mis lágrimas en un absurdo comenzaron a resbalar por mis mejillas, mientras me decía una y otra vez que todo había acabado. Dí media vuelta y comencé a bajar las escalerillas.

- Renata - Gritaron desde el balcón, yo seguí caminando…

En la estación de trenes confirme que no había billete de vuelta a esa hora, me senté un momento en el piso, fuera de la estación, mientras veía a mi cigarrillo fumarse sólo. Comenzaba a pensar que pasaría la noche deambulando por los bares de copas, porque para mi desgracia la mujer que aún no se enteraba de quien era yo, vivía en un lugar de lo más turístico y alojamiento a esas horas de la noche no sería fácil encontrar, es el precio de los días asoleados de mitad de primavera pensé. Estaba tan sumida en mis mediocres pensamientos que no fui capaz de distinguir que el auto que se aparcaba frente a mí era de Soledad. Sólo cuando sentí el golpe de la puerta mire a Sole con un nuevo corte de pelo, algún kilo de menos y unos lentes que le quedaban bastante bien.

Se sentó al lado mió, abrió mi pequeño bolso, sacó el paquete de papel y luego dijo en su inigualable tono irónico - ¿Me darás mi abrazo de cumpleaños? –

Nos pusimos juntas de pie y creo haber dado mi mejor abrazo.

En su casa, aún quedaban vestigios de lo que había sido la celebración, los vasos sucios apilados junto a los platos me hicieron entender que la señorita tenía bastante vida social, cosa que por supuesto siempre considere una gran virtud. Tampoco se disculpó por el desorden, ni por haber preguntado dos veces ¿Quién es? En el mismo día.

Me sirvió vino de una botella bastante polvorienta, por lo que estuvo algunos minutos limpiándola afanosamente, antes de que la copa llegara próxima a mi nariz note que lo sucio de la botella tenía plena justificación.

Brindamos por nosotras como siempre, le pregunté como estaba su vida, que hacía ahora, si estaba sola, si aún coleccionaba cajas de cerillas, mientras le mostraba una que había conseguido de la última feria de libros en Madrid. El ambiente se comenzaba a parecer a el que conseguíamos a costa de vino, queso y ensalada, hace algunos años.

Se sentó junto a mí y pregunto de la forma más cordial posible, que me había traído nuevamente hasta aquí. Alcancé a decir - T - cuando ya estábamos besándonos, los sonidos de los pasos torpes hasta llegar a su cuarto fueron causa de risa espontánea, sin duda seguíamos tan ñoñas como siempre.

(Continuará)...

3 comentarios:

Veratz dijo...

Pues me ha encantado tu haces que me enamore de tu escritura y tu forma de relatar muy bueno eehh
besos

Verónica dijo...

Ya espero la continuacion de la historia... porque siempre la nostalgia va unida al pasado?

besotes de esta peke.

pd. te espero por mi rincon con tu taza de cafe, si gustas...

Anónimo dijo...

Con Suaves Gotas de Nostalgia
Que Lentamente van Resbalando
Entre Los Huesos y La Piel
Diriges con Maestría
El Difícil Arte
De Lograr Erizar el Alma
De Quien Gustosamente
Detiene Su Vuelo Sobre Esta,Tu Casa
Provocando el Deseo
Del Mismo Sendero
Volver de Nuevo a Recorrer.
Precioso Escrito
Con Tu Permiso...
Regresaré.
Un Beso.