miércoles, 22 de abril de 2009


Mientras más pasa el tiempo más torpe me voy poniendo…

Tómese el epígrafe bien cargado y con azúcar morena o rubia como prefieran!

Hace meses que vengo con una percepción errada del tiempo, es como si me hubieran herrado la cabeza, donde un clavo quedo mal balanceado (las que sepan de herraduras entenderán)

Hice el despalme hace unos cuatro meses, deje crecer libremente el casco, corte semanalmente los bordes, ajuste la ranilla, pero aún así, creo que la herradura que me pusieron, perturba mi capacidad de reacción, entonces todo vuelve al sistema eterno y paradigma sabido de el tiempo, mi tiempo, su tiempo, sus tiempos…. Que más da!

Entro calculadora por la puerta, se sentó rápido y distendimos la conversación como siempre, de la risa a los puntos graves, al desnudar capa a capa el alma, corregir la música y volver a la charla, pero esta vez yo no quería saber mucho, no quería sacar cuentas, pues sabía que serían quizá, sólo quizá un poco amargas… pero del amargor sabroso, de ese…

Luego de un par de horas se fue, ordene todo, lave los platos huachos (me gusta llamarles así a mis nuevos platos pares) y cogí un libro para leer, este me lo regalaron hace unos meses, como recuerdo antes de volver a la patria (me suena absurda esa palabra, pero es para que se entienda) se llama “la amarga dulzura del chocolate” un compilado con historia y recetas varias, me quede pegada en la página 11, primero por el nº y luego por el contenido:

…“Cuando yo muera”, le dije a una amiga, “no quiero ser embalsamada, quiero que me sumerjan”. “¿Con leche o sin?”, fue su inmediata preocupación. Está es la retórica conversación de dos adictas al chocolate. Ambas sabíamos la respuesta: “Sin leche”…

Adrianne Marcus. The Chocolate Bible.

Y en ese preciso momento, mi mente y corazón volvieron a pensar en quién era ella, quien era yo, que diantres habíamos estado haciendo tanto rato charlando, cuando en verdad nos sabemos bien, no se sí nos olfateamos también, pero sí, nos sabemos bastante bien. La charla fue por supuesto una de las mejores en el último tiempo, eso no le resta, le suma… Y más aún, olvide por la mala herradura, sacar el chocolate amargo!

Ya era tarde, pensé en telefonear, pero como mi percepción del tiempo se ha visto alterada por una mala herradura, me arrepentí.

Prefiero que las cosas cuajen, si cuajan; muten si mutan; o se diluyan, si la teoría de la dilución se puede ajustar al lado humano de la vida…

Hoy sólo lo plasmo acá y allá, para que quede constancia de mi mala herradura y mi gran torpeza, para que cuando lea una y otra vez, rectifique en el futuro lo que venga, si se puede decir que viene algo… Lo que sí, rectifico desde ya, es mi gran respeto y admiración, es mi falta de tino y mi nula ambición, rectifico que agradezco por conocerle, por sabernos más o menos bien y no escatimo en gritarlo a quien este, rectifico por último que le quiero mucho más de lo que yo misma con mi mala herradura y mi falta de adultez, puedo llegar a saber….

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuánto he lamentado yo también a veces mi falta de tino

un beso