miércoles, 20 de abril de 2011

Recuerdos recortados (parte I)




Es el cobarde pasajero que construye su distancia en base al viaje, que nunca hace, pues siempre viene de regreso. Y como explicas eso pequeño fantasma, disfrazado con la eterna sábana blanca, que supone inocencia; que te destina siempre a la carga religiosa del cielo, que abunda en las mentes ilusas y desajusta algunas astucias.

En el fraccionamiento de tus deberes encontraste un nuevo haber, haber sido un pasajero con cojones, haber sido un elemento trascendente en el transcurso de la vida. Pero ¿Qué es lo que trasciende? Sí, ya no puede tu estampa, permanecer visible.

No llegaste a compensar nada, y eso, lo aprendiste de joven, tampoco generaste algún desequilibrio básico, y eso, es lo que hoy te tiene rendido con la sábana blanca a cuestas, divagando por esta pequeña ciudad.

Eran las 20:30 cuando decidiste partir, sin más miedo en los tobillos, porque ya no los tenías. Paseaste por la epifanía de la ciudad silenciosa, a la velocidad de una pelusa, que flota en el espacio aéreo con la leve corriente de aire interoceánica.

Era Octubre, ese mes que dijiste alguna vez, que te pertenecía, y no era por la gracia de los siglos que han dado fruto espontaneo a la civilización de la que casi fuiste parte.

Magdalena reclamará siempre la arrogancia en tus abrazos, esa inmediatez de querer contener el mundo o quizá precisar que se escape en un segundo.

Fuimos tres pájaros sin más destino que un conocimiento efímero, que ahora necesitamos dejar atrás, pero sin olvidar que después de todo no queda más que el lienzo en blanco y la sombra de miles de ideas y teorías que exigen lentamente que las materialicemos.

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